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La precariedad alimentaria: conceptos, retos y respuestas a escala territorial

La precariedad alimentaria: conceptos, retos y respuestas a escala territorial

Autoras: Margaux Alarcon (INRAE, UR ETTIS), Nathalie Corade (INRAE, UR ETTIS / BSA)

https://pqn-a.fr/fr/ressources/analyses/la-precarite-alimentaire-notions-enjeux-et-reponses-apportees-a-l-echelle-des-territoires

 

  1. ¿Qué es la precariedad alimentaria?

 

La precariedad alimentaria, un fenómeno complejo.

 

La precariedad alimentaria es uno de los indicadores de la falta de sostenibilidad de los sistemas alimentarios. Es la conjunción de la pobreza económica y una serie de obstáculos socioculturales y políticos que impiden el acceso a una alimentación sostenible (Paturel 2018).

 

El término apareció en Francia en la década de 1990. Proviene del concepto de precariedad, que puede definirse como una situación de inestabilidad que imposibilita a las personas proyectarse financieramente y en sus actividades profesionales o relacionales. A diferencia del concepto de inseguridad alimentaria, la precariedad alimentaria no se limita a los aspectos nutricionales y sanitarios, sino que constituye un fenómeno complejo que tiene en cuenta dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales a la hora de poner de manifiesto las desigualdades en el acceso a la alimentación. Estas dimensiones pueden referirse a desigualdades a nivel individual (ingresos, aislamiento social, preferencias alimentarias, etc.), pero también a nivel territorial, relacionadas con las decisiones políticas de ordenación del territorio (oferta comercial, oferta de movilidad, etc.), y se suman a otras desigualdades, como las desigualdades en materia de salud.

 

La distinción entre inseguridad alimentaria y precariedad alimentaria:

 

Inseguridad alimentaria: Se define, por oposición a la seguridad alimentaria, como la imposibilidad de que todas las personas dispongan de alimentos y tengan acceso a ellos de forma estable y suficiente en términos energéticos para llevar una vida sana y activa. Este término lo utilizan principalmente los profesionales de la salud y los expertos de los países del Sur global.

 

Precariedad alimentaria: No se limita a los componentes nutricionales y sanitarios, sino que tiene en cuenta las dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales a la hora de poner de relieve las desigualdades en el acceso a la alimentación. El término es utilizado principalmente por los actores de la acción social y las políticas públicas.

 

  1. ¿Cuáles son los públicos y los espacios afectados por la precariedad alimentaria?

 

El 16 % de la población francesa en situación de precariedad alimentaria en 2023.

 

Un estudio realizado en 2023 por el CREDOC estima que el 16 % de la población francesa se ve afectada por la precariedad alimentaria (Bléhaut y Gressier, 2023). Este estudio señala un aumento de la precariedad alimentaria en Francia desde la pandemia de COVID-19 y en el contexto de la actual inflación económica. También destaca la evolución de los grupos afectados por la precariedad alimentaria. A las personas jubiladas, las personas con ingresos mínimos o bajos y las familias monoparentales, identificadas desde hace tiempo como los grupos más afectados por la precariedad alimentaria, se suman más recientemente nuevos grupos como las mujeres y los estudiantes.

 

Un fenómeno tanto urbano como rural, pero que se manifiesta de forma diferenciada.

 

Si bien los estudios científicos y las respuestas políticas se centran principalmente en la precariedad alimentaria urbana, es importante destacar que la precariedad alimentaria también afecta a las zonas rurales. Sin embargo, las particularidades de la inseguridad alimentaria en el medio rural son poco conocidas y poco estudiadas, debido a su escasa visibilidad estadística y a la existencia de representaciones erróneas sobre el medio rural. De hecho, la proximidad de los lugares de producción de alimentos y la existencia de solidaridades locales protegerían a las poblaciones rurales de la inseguridad alimentaria. Sin embargo, los retos para el acceso a la alimentación en el medio rural son numerosos y están estrechamente relacionados con la dispersión geográfica, y se caracterizan, por ejemplo, por la escasa oferta comercial, la lejanía de los lugares de distribución, el elevado coste de la movilidad y la escasa oferta de transporte público (De Sousa 2019; Delfosse 2019). Estas observaciones son válidas en Nueva Aquitania, donde la orientación hacia la exportación de la producción agrícola, combinada con las fuertes desigualdades en el acceso a los comercios de alimentación, hace que muchos territorios acumulen factores de precariedad alimentaria, aunque esta sea poco conocida y poco estudiada, especialmente en las zonas rurales (De Kermel et al. 2022; Giustiniani 2023).

 

  1. ¿Cuáles son los retos que plantea la precariedad alimentaria a escala territorial?

 

Tres retos principales para luchar contra la precariedad alimentaria

 

Reto n.º 1: Medir la precariedad alimentaria. La precariedad alimentaria es un fenómeno complejo de diagnosticar. La recopilación de datos para identificar a los colectivos afectados y cartografiar las zonas marcadas por la precariedad alimentaria constituye una etapa esencial y primordial en la acción llevada a cabo por los territorios para luchar contra este fenómeno. Sin embargo, a escala territorial, son pocos los observatorios dedicados y equipados para medir la precariedad alimentaria. Se pueden utilizar herramientas para detectar ciertos indicios de precariedad alimentaria e identificar los territorios en riesgo.

 

Reto n.º 2: Desarrollar respuestas adaptadas a diferentes niveles. Ante los retos locales, es necesario desarrollar soluciones adaptadas a las situaciones de precariedad alimentaria. La identificación de soluciones frente a la precariedad alimentaria plantea interrogantes sobre la forma y el tipo de respuestas aportadas. Además, dar respuestas a la precariedad alimentaria plantea interrogantes sobre el alcance temporal y espacial de dichas respuestas, y suscita la cuestión de la transformación de los sistemas alimentarios a diferentes niveles espaciales.

 

Reto n.º 3: Desarrollar una gobernanza de soluciones. Para medir y actuar frente a la precariedad alimentaria es necesario identificar a los actores que deben implicarse a escala territorial en la lucha contra la precariedad alimentaria, con el fin de desarrollar estrategias territoriales adaptadas. La precariedad alimentaria plantea así cuestiones de gobernanza de las soluciones de lucha, con el fin de coordinar a los actores y las acciones, y favorecer la cooperación entre las estructuras dedicadas a ello.

 

Tres conceptos para reflexionar sobre la lucha contra la precariedad alimentaria

 

La lucha contra la precariedad alimentaria plantea la cuestión de la transformación de los sistemas alimentarios. Se pueden utilizar tres conceptos para pensar en sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes:

 

  • Justicia alimentaria: Distribución equitativa de los beneficios y riesgos relacionados con los lugares, los productos y la forma en que se producen, transforman, transportan, distribuyen y consumen los alimentos (Gottlieb y Joshi, 2010).
  • Democracia alimentaria: procesos de gobernanza en los que colectivos de ciudadanos y ciudadanas deciden sobre su alimentación mediante la creación de cadenas de suministro adecuadas y tratan de transformar los sistemas alimentarios hacia un modelo agrícola y alimentario elegido, beneficioso para su salud (Paturel y Carimentrand, 2018). La democracia alimentaria se basa en que los ciudadanos y ciudadanas recuperen el control colectivo de la alimentación, basándose en: la participación de todos los actores de los sistemas alimentarios en las decisiones sobre alimentación y el refuerzo de la capacidad de elección de las personas en su alimentación (incluidas las poblaciones más vulnerables), una dimensión colectiva y la transformación de los modelos alimentarios y agrícolas hacia una mayor equidad que favorezca una alimentación de calidad.
  • El derecho a la alimentación: derecho a estar a salvo del hambre mediante el acceso autónomo y digno a una alimentación disponible y adecuada, igual para todos y todas, y sin discriminación (véase la entrevista con Magali Ramel realizada por Martin-Meyer, 2022).

 

  1. ¿Cuáles son las principales respuestas que se dan ante la precariedad alimentaria?

 

3 tipos de respuestas identificadas por la literatura científica

 

Existen diferentes medios para luchar contra la precariedad alimentaria, que son implementados por las políticas públicas y los actores sociales. La literatura identifica tres formas principales de prácticas para combatir la precariedad alimentaria (Llobet Estany et al., 2020):

 

  • Las prácticas tradicionales se inscriben en el ámbito de la ayuda alimentaria y forman parte de una perspectiva de asistencia en respuesta a una situación de inseguridad alimentaria. Estas prácticas se basan en un concepto nutricional de la alimentación y permiten el acceso gratuito o a bajo coste a los alimentos a las personas en situación de precariedad económica, por ejemplo, a través de paquetes de alimentos.
  • Las nuevas prácticas tienen por objeto mejorar la distribución de la ayuda alimentaria, yendo más allá de la visión de la alimentación como necesidad biológica, teniendo también en cuenta los aspectos sociales y culturales de la alimentación. Estas prácticas tienen por objeto promover la libertad de elección y la diversidad de las prácticas alimentarias, y adoptan, por ejemplo, la forma de vales de alimentación que se distribuyen para ser gastados en los comercios. Sin embargo, al igual que la ayuda alimentaria, estos dispositivos son accesibles en función de criterios económicos.
  • Las prácticas alternativas, por su parte, se basan en una concepción más holística y política de la alimentación. Se trata de iniciativas que tienen por objeto reforzar la autonomía y reconocer la capacidad de las personas para participar en la gestión de su alimentación. Estos enfoques consideran la precariedad alimentaria como un problema público que debe integrarse en las políticas y no limitan el acceso a las personas en función de criterios económicos. Por ejemplo, adoptan la forma de tiendas de comestibles sociales y solidarias.

 

En Francia, respuestas históricamente centradas en la ayuda alimentaria

 

El análisis de las estrategias de lucha contra la precariedad alimentaria a escala nacional en Francia revela una estructuración histórica en torno a prácticas y actores denominados tradicionales de la ayuda alimentaria.  Según la ley de modernización de la agricultura y la pesca del 27 de julio de 2010, la ayuda alimentaria constituye una ayuda «destinada al suministro de alimentos a las personas más desfavorecidas. Esta ayuda es proporcionada tanto por la Unión Europea como por el Estado o cualquier otra persona jurídica». Esta ayuda se institucionalizó en Francia a partir de la década de 1980 con la creación de los bancos de alimentos en 1984 y los Restos du Cœur en 1985. Esta ayuda ofrece acceso gratuito o a precios reducidos a los alimentos y cuenta con la participación de diversos actores: actores históricos dedicados (antenas locales de redes de ayuda alimentaria y asociaciones locales dedicadas), actores de la acción social (actores generalistas en el ámbito de la acción social, como las asociaciones de solidaridad y los centros municipales de acción social) y otros actores que practican la ayuda alimentaria como complemento de otras actividades (como los centros hospitalarios universitarios, etc.).

 

Sin embargo, el sistema de ayuda alimentaria en Francia se enfrenta hoy en día a numerosas limitaciones (véase, en particular, Caillavet et al., 2021 y Gomy et al., 2020) . En primer lugar, se formulan limitaciones contextuales con respecto a la ayuda alimentaria, relacionadas en particular con el aumento y la creciente heterogeneidad de los beneficiarios, junto con una crisis del voluntariado. Además, la disminución de las fuentes de financiación y suministro de la ayuda alimentaria, relacionada en particular con la ley de modernización de la agricultura de 2010, que autoriza a los grandes supermercados a valorizar sus productos no vendidos, pone en tela de juicio la sostenibilidad del sistema. Por otra parte, también se formulan críticas estructurales contra el sistema de ayuda alimentaria. En efecto, si bien la ayuda alimentaria puede parecer esencial para las personas en situación de emergencia, a menudo no es transitoria y no constituye una vía privilegiada para la integración social. El sistema también puede percibirse como asimétrico en términos de dignidad y como un sistema que ofrece productos alimenticios de calidad insuficiente y poco adaptados a las preferencias alimentarias de los beneficiarios.

 

La puesta en marcha de respuestas nuevas y alternativas: mejora de la ayuda alimentaria y alternativas a la ayuda alimentaria clásica.

 

Ante las limitaciones de la ayuda alimentaria tradicional, muchos territorios y actores están experimentando con innovaciones, ya sea para mejorar la ayuda alimentaria o con el objetivo de responder a la precariedad alimentaria tratando de modificar más profundamente el sistema alimentario.

 

  • Innovaciones destinadas a mejorar la ayuda alimentaria: los actores de la ayuda alimentaria están implementando innovaciones internas para mejorar el funcionamiento de la ayuda alimentaria. Es el caso, por ejemplo, de los bancos de alimentos, que están desarrollando unidades de transformación para mejorar la calidad de los productos y que se comprometen en la lucha contra el desperdicio alimentario. A modo de ejemplo, en Nueva Aquitania, algunas zonas rurales, como el departamento de Creuse, están experimentando una diversificación de los actores que luchan contra la precariedad alimentaria (colectividades, actores del mundo agrícola) y el establecimiento de cooperaciones entre estos actores en torno a proyectos destinados a reforzar la participación de los beneficiarios en las decisiones y elecciones alimentarias (Giustiniani 2023).
  • Los experimentos de seguridad social alimentaria (SSA): actores privados de la sociedad civil y algunas colectividades se comprometen hoy en Francia con iniciativas alternativas destinadas a integrar la alimentación en el régimen general de la Seguridad Social, tal y como se inició en 1946, con tres principios clave: acceso universal, convenios con los profesionales gestionados por cajas gestionadas democráticamente y financiación mediante la creación de una cotización social con un tipo único sobre la producción real de valor añadido. Hasta la fecha, se han puesto en marcha dos experiencias en Nueva Aquitania: una dirigida a 400 personas en cuatro territorios de Gironda, impulsada por el colectivo Acclimat’action, el departamento de Gironda y la ciudad de Burdeos, y otra dirigida a 150 estudiantes del campus de Burdeos, impulsada por Crepaq y Gemme. Se están llevando a cabo reflexiones sobre otros territorios de la región. Es el caso, por ejemplo, de Bearn, con el lanzamiento de un experimento en Mourenx, impulsado por la Confédération Paysanne con una entrada agrícola y un sistema alimentario local.
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